Desilusionados y Dejados
Sobrellevar la soledad, se deriva a menudo del hecho de enfrentar uno de los desafíos de vida. Es posible que tus amigos no comprendan lo que se siente estar en tu situación, a menos que ellos hayan estado en esa circunstancia. Probablemente no comprenden tus desafíos y no saben cómo ayudarte. Por lo tanto, tus amigos más cercanos pueden abandonarte o darte la espalda. Mis amigos lo hicieron. El desafío de mi vida es el dolor crónico. Desarrollé una herida en el brazo y ya no fui capaz de trabajar de la manera en la que anteriormente lo había hecho. A pesar de una exhaustiva búsqueda de empleo, perdí la carrera que tanto amaba.
Demolidos y Vacíos
Mientras luchaba con mi soledad, fue difícil no comparar mi suerte con la de Job en la Biblia, con la pérdida de tantas cosas que yo quería. Como Job, tuve amigos que no lo fueron en lo absoluto. Al principio, algunos fueron como Elifaz y ofrecieron consejo con frase como: “Fortalece tu fe, simplemente confía en Dios”. Yo estaba confiando en Dios, sin embargo, la respuesta no era lo suficientemente específica para ayudarme a encontrar las soluciones que yo necesitaba en ese momento. La gracia de Dios es suficiente para satisfacer todas nuestras necesidades. Pero eso no significa que el tiempo o las respuestas sean las que nosotros esperamos. En retrospectiva, puedo ver que Dios había obrado por mí en todos los eventos que ocurrieron durante este profundo y oscuro valle de mi vida. Pero en ese momento, yo estaba luchando por escuchar la voz de Dios o por verle obrar, porque las respuestas no eran lo que yo estaba buscando o esperando.
Los amigos de Job le dijeron que necesitaba examinarse para encontrar dónde había pecado y pudiera arrepentirse de ello. Mis amigos hicieron lo mismo. Los amigos de Job no fueron específicos con respecto a su pecado, pero los míos sí. Ellos me acusaron de fingir los síntomas de mi brazo y de demandar fraudulentamente fondos a mi patrono y al gobierno. Yo quería preguntarles dónde obtuvieron sus títulos médicos. Les quería preguntar si ellos pensaban que todos mis seis médicos tratantes mentirían y pondrían en peligro sus licencias por mí. Estaba muy herida por su acusación de mentira y fraude, pero más que nada, por lo que ellos tan pobremente pensaban con respecto a mi testimonio como cristiana. Pero todo lo que pude hacer en mi defensa, fue citar Proverbios 5:21: “Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas”. Erróneamente, el mundo relaciona la salud y la prosperidad con las bendiciones de Dios, y el sufrimiento y el dolor con el juicio de Dios.
Estaba devastada cuando esos amigos (a quienes conocía por más de veinticinco años) decidieron no creer que mi honestidad, integridad y testimonio cristiano, eran suficientes para quedarse a mi lado como mis amigos. Estaba profundamente herida por este rechazo. Y dado que este había sido mi grupo social, me sentía bastante sola.
Aquel que Te Entiende
Al mismo tiempo que sobrellevaba mi soledad en un nivel muy profundo, leía mi Biblia. Fue entonces que la Escritura me recordó que la misma cosa le sucedió a Jesucristo en su más oscura hora en el huerto de Getsemaní (Mateo 26:36-436). Él estaba completamente solo. En los días subsecuentes, cada vez que me sentía desalentada o sola, abría mi Biblia y era como si las palabras saltaran de las hojas, palabras que fueron específicamente ubicadas para consolarme en mi situación. Jesús satisfizo mi necesidad en donde me dolía.
Encontré consuelo en el hecho de que Jesús experimentó todo lo que nosotros experimentamos, y él sabe exactamente cómo nos sentimos. Él puede consolarnos porque él también ha estado en la misma situación. Él promete nunca dejarnos ni desampararnos. Él promete permanecer más cerca a nosotros que un hermano. Él dice que si pedimos ayuda, responderá “aquí estoy”.
Encuentra Ayuda.
Los amigos de Job le dijeron que necesitaba examinarse para encontrar dónde había pecado y pudiera arrepentirse de ello. Mis amigos hicieron lo mismo. Los amigos de Job no fueron específicos con respecto a su pecado, pero los míos sí. Ellos me acusaron de fingir los síntomas de mi brazo y de demandar fraudulentamente fondos a mi patrono y al gobierno. Yo quería preguntarles dónde obtuvieron sus títulos médicos. Les quería preguntar si ellos pensaban que todos mis seis médicos tratantes mentirían y pondrían en peligro sus licencias por mí. Estaba muy herida por su acusación de mentira y fraude, pero más que nada, por lo que ellos tan pobremente pensaban con respecto a mi testimonio como cristiana. Pero todo lo que pude hacer en mi defensa, fue citar Proverbios 5:21: “Nuestros caminos están a la vista del Señor; él examina todas nuestras sendas”. Erróneamente, el mundo relaciona la salud y la prosperidad con las bendiciones de Dios, y el sufrimiento y el dolor con el juicio de Dios.
Estaba devastada cuando esos amigos (a quienes conocía por más de veinticinco años) decidieron no creer que mi honestidad, integridad y testimonio cristiano, eran suficientes para quedarse a mi lado como mis amigos. Estaba profundamente herida por este rechazo. Y dado que este había sido mi grupo social, me sentía bastante sola.
Aquel que Te Entiende
Al mismo tiempo que sobrellevaba mi soledad en un nivel muy profundo, leía mi Biblia. Fue entonces que la Escritura me recordó que la misma cosa le sucedió a Jesucristo en su más oscura hora en el huerto de Getsemaní (Mateo 26:36-436). Él estaba completamente solo. En los días subsecuentes, cada vez que me sentía desalentada o sola, abría mi Biblia y era como si las palabras saltaran de las hojas, palabras que fueron específicamente ubicadas para consolarme en mi situación. Jesús satisfizo mi necesidad en donde me dolía.
Encontré consuelo en el hecho de que Jesús experimentó todo lo que nosotros experimentamos, y él sabe exactamente cómo nos sentimos. Él puede consolarnos porque él también ha estado en la misma situación. Él promete nunca dejarnos ni desampararnos. Él promete permanecer más cerca a nosotros que un hermano. Él dice que si pedimos ayuda, responderá “aquí estoy”.
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